lunes, 15 de octubre de 2012

Trabajo final


Dos personajes, Jodoco y Miriñake, recorren la ciudad de Quito, luego de una catástrofe nuclear. Tienen una misión: comprender cómo fue la sociedad que la gran bomba destruyó. Son agentes de investigación de una organización neo-estatal/académica difusa, poco institucionalizada y fantasmal. En la ciudad quedan unos pocos sobrevivientes, huraños, que ven a los dos estudiosos con indiferencia: ni los agreden ni los ayudan.
Jodoco, un ex profesor de literatura, es de estatura media y de mediana edad, enclenque, viste el hábito de monje que, en su tiempo, usan los académicos, tiene una cabeza grande, calva y bulbosa. Miriñake es un cyborg: en el cuerpo contrahecho de una niña, que nació afectada por las radiaciones, se han conectado varios dispositivos electrónicos: órganos que le permiten vivir, articulaciones que le dan movimiento, un cerebro artificial que guarda, en sus circuitos de silicio, toda la información que, en trozos, se conserva del pasado pre-catástrofe, un ojo que es el grueso objetivo de una cámara que graba su entorno y proyecta imágenes de sus registros digitales. Parece una muñeca grande, viste un miriñaque rojo, adornado con bordados hechos con hilo dorado, y se cubre el cráneo metálico, que alberga a sus dos cerebros interconectados –uno de neuronas y otro de chips-, con una peluca de tirabuzones rubios[1].
El pulso electromagnético previo a la explosión nuclear ha borrado la mayoría de los registros digitales y no hay datos consistentes de cómo fue antes el mundo. En sus peregrinajes de investigación, Jodoco y Miriñake encuentran diversos objetos culturales del pasado y los analizan e interpretan: trozos de esculturas, restos de electrodomésticos, herramientas rotas o enteras, máquinas que aún funcionan pero cuya utilidad ignoran, imágenes…[2]
En su deambular por entre las ruinas de Quito, Jodoco y Miriñake encuentran una biblioteca, la de Miguel de San Juan, el último de los críticos literarios, quien ha escondido unos pocos libros de papel en un tonel de hierro cubierto con plomo, de los que se usaban para encapsular desperdicios nucleares.
Jodoco y Miriñake leen los libros y los interpretan: es en la relación con esos objetos literarios que se constituyen en sujetos, los captan, pues, desde sus puntos de vista: Jodoco el del orden simbólico, Miriñake el imaginario, el del mundo aprehendido como significantes disgregados. Jodoco es un profesor: es canónico, sistemático y formal[3]; Miriñake es un cyborg, fragmentario, asintáctico, vitalista y grotesco[4].
En el tonel hay solamente tres libros y un cuento desprendido de un volumen extraviado, todos esos textos que tienen que ser interpretados por ambos, Jodoco recurriendo a su memoria y a dos manuales de teoría literaria que lleva consigo[5], Miriñake usa para sus interpretaciones los registros digitales que guarda en su procesador de datos, registros en los que se mezclan fragmentos teóricos literarios, políticos, narrativos, artísticos y científicos.
Jodoco y Miriñake hacen informes de los textos que han estudiado, él primero envía sus textos –redactados en una vieja máquina portátil de escribir- vía fax, a través de una de las pocas líneas telefónicas de tierra que han quedado utilizables en la ciudad, mientras que el-lla, Miriñake,  lo hace usando una conexión inalámbrica, directamente desde su cerebro electrónico. Ninguno de los dos sabe si los mensajes que redactan llegarán a su destino, asunto que angustia a Jodoco y le es indiferente a Miriñake.
Los restos de la biblioteca de Miguel de San Juan los han hallado en una construcción de hierro y vidrio que fuera, a principios del siglo XX un mercado y que, a fines de la misma centuria, fue reconvertido en centro cultural, levantado en una de las colinas que bordean Quito por el Este y desde la que pueden verse los kilómetros cuadrados de ruinas que son la ciudad. Cuando Jodoco y Miriñake llegan al lugar, la estructura metálica ha cedido a la herrumbre y de los cristales, que fueron sus techos y paredes, quedan solamente unos restos afilados, como puñales traslúcidos que erizan el suelo. Los dos investigadores, caminando con cuidado, se internan entre las cuchillas de vidrio y los afilados restos de las columnas de hierro; caminan con sus traje movidos por el viento, él largo y flaco, el-lla baja y maciza. Ambos alcanzan finalmente una zona limpia y se sientan en ella. Jodoco, que antes ha sacado los tres libros y el haz de hojas desencuadernadas del tonel y las ha guardado en los bolsillos de su hábito, saca el cuadernillo y empieza a leerlo en voz alta, sus palabras se escuchan mezcladas con el viento que barre la colina y silba al pasar entre el hierro y el cristal quebrado de las ruinas.

-UN NUDO EN LA GARGANTA cuento por César Dávila Andrade –empieza Jodoco-. “Todos le vimos pasar alguna vez con su ligera caja de buhonero…”

Terminada la lectura, Jodoco, que carga siempre son su máquina de escribir portátil, la saca de su estuche, se la coloca sobre las rodillas huesudas y empieza a teclear su informe sobre el texto de Dávila Andrade. Mientras el hombre redacta, Miriñake, quien trabaja en la interconexión de sus dos cerebros, permanece tendida sobre el suelo. Parece una muñeca rota.



INFORME DE JODOCO
CIRCULACIÓN Y ESTANCAMIENTO: UNA MENTALIDAD NECRÓFILA Y NECRÓFOBA
En este informe he decidido hacer un análisis formalista – estructuralista del cuento. Tomará de formalismo la noción de motivo, propuesta por Tomachevsky en su artículo temática, según la cual un relato puede dividirse en sus unidades temáticas hasta llegar a unas partes no analizables del texto: “…partes no analizables, las partículas más pequeñas del material temático…” (Todorov, 1980, p. 203). El autor ruso llama motivos a estas partículas y las clasifica en motivos asociados (aquellos que son imprescindibles para la trama o columna vertebral de la acción del relato) y motivos libres (aquellos que pueden ser removidos sin que la trama se vea afectada, estos motivos marginales “son introducidos en razón de la construcción artística de la obra”.
Considero que el análisis literario de un relato no puede limitarse la enumeración de unas unidades narrativas y a su caracterización. En atención a lo anterior, pues, completaré el análisis formalista organizando los motivos en los que separe el cuento en ejes de oposición de una estructura que subyace a la narración. Para eso sigo lo planteado por Levi – Strauss y Jakobson que, en su análisis del poema “Los Gatos” de Baudelaire, organizan los versos y sus componentes en ejes de acuerdo a la estructura de oposiciones que hallan en la obra analizada: Real / Surreal; Empírico/Mitológico; Intrínseco/Extrínseco.
En el cuento de Dávila Andrade, un buhonero enferma de la garganta, debe dejar su trabajo de mercachifle, decide regresar de la población donde vive a su aldea de origen y muere tratando de llegar allí. Parece obvio que la estructura significativa subyacente a este relato se articula en una oposición: CIRCULACIÓN / ESTANCAMIENTO. El valor de la circulación se expresa en todo lo vital, en el comercio, la integración social de la multitud en las calles y mercados, las interacciones que los personajes mantienen: de amistad, amatorias, económicas. El valor opuesto, el del estancamiento, se expresa en la enfermedad, en la incapacidad para la integración social del protagonista y en su muerte, al final.
Si analizamos el relato en sus motivos, asociados y libres, y luego ubicamos esos motivos en un cuadro de columnas de acuerdo a su pertenencia al eje de la circulación y al del estancamiento, obtenemos el siguiente esquema:



 [En el texto en word este esquema iba en dos columnas, una junto a la otra: CIRCULACIÓN/ESTANCAMIENTO, pero se desconfigura en el blog]



CIRCULACION

1.- El protagonista pasaba ante todos con su caja de mercancías mínimas e insignificantes. Iba por mercados, calles, estacionamientos y portales.

2.- El protagonista voceaba su mercancía a gritos.



8.- Busca agua, bebe y mejora.

9.- Al sentirse mejor, regresa a su trabajo de buhonero por las calles, entusiasmado.


11.- Vende toda su mercancía sin esforzarse, sin pregonarla.


 15.- Desde su puerta espía a un joven que talla acompañado de una muchacha, los supone amantes.


24.- Recuerda su pasado de sirviente de ricos y luego de vendedor callejero.

34.- Una vieja fondera del pueblo, más tarde, halla el cadáver del antiguo mercachifle y avisa de su hallazgo.




ESTANCAMIENTO 



3.- Cierta noche, mientras bebía aguardiente con unos oficiales de panadería , pierde la voz.

4.- Al día siguiente se siente enfermo y débil.

5.- Con la voz disminuida nombra su mercancía con dificultad.

6.- Empieza a toser con una tos que parece la risa de un cadáver.

7.- No puede desayunar porque le repugna la comida.


10.- Vuelve a toser y pierde las fuerzas y el ánimo.

12.- Decide regresar a su pueblo.

13.- Al salir del mercado, ve una muchacha enferma, sufriendo.


14.- Al día siguiente despierta angustiado en su cuarto.


16.- Deambula solitario por los márgenes del poblado, por un bosque.


19.- Trata de gritar en soledad. Fracasa.


20.- Vomita sangre.

21.- Esa noche la pasa casi delirante.

22.- Al amanecer refuerza su decisión de regresar a su aldea nativa.

23.- Vende su caja de mercancías.


25.- Toma, a medio día, un transporte que lo aproxima a su pueblo natal. Hace un viaje difícil, empeora de su enfermedad.

26.- Baja del transporte ya de noche en una villa pobre y desolada.

27.- Se hospeda en un hoteluco  en el que duerme.

28.- Despierta a mitad de la noche y tiene imaginaciones de muerte.

29.- Disminuye su capacidad para respirar.

30.- Salta de la cama y sale del cuarto del hotel por una ventana.

31.- Atraviesa un jardín, salta un seto.

32.- A campo traviesa se dirige hacia su pueblo.

33.- Cerca de su aldea, se le cierra la garganta, y cae.

35.- Llegan otros habitantes del pueblo, revisan el cadáver del buhonero, sin reconocerlo.




Si queremos vislumbrar la mentalidad de ese mundo que produjo el texto analizado, debemos profundizar en el análisis de esta dicotomía circulación/estancamiento. La primera aproximación que hemos hecho es válida, no es gratuito que el protagonista sea un comerciante y que el inicio del cuento y su parte positiva, vital, esté asociada con la circulación comercial de bienes de consumo, algo fundamental en una sociedad mercantilizada. Pero no son solamente bienes económicos los que circulan en lo social, son también las palabras, los signos, los valores simbólicos los que subordinados a los mercantiles, en una situación positiva, deben fluir también. Es destacable que en el motivo Nº 8, el protagonista mejore cuando bebe agua, elemento de la realidad que se caracteriza por su calidad de fluido, de circulante. Lo negativo: enfermedad, sufrimiento, muerte, está asociado al estancamiento que, en lo económico se expresa en el abandono de la actividad comercial por parte del buhonero y, en lo comunicativo, se caracteriza por la mudez, por la incomunicación, por la imposibilidad del intercambio y circulación de palabras. Incuso cuando se mueve, en los motivos Nº 25, 30-32, el buhonero hace un viaje de regreso hacia su muerte, que es el estancamiento final.
Hay un elemento más que no debe ser relegado en la reconstrucción de esa mentalidad arcaica que estamos buscando y que subyace, como hemos dicho, en este cuento. A la dualidad circulación /estancamiento se asocia otra, la contraposición entre rural y urbano.
El buhonero tiene su momento de bienestar, de circulación de signos y de mercancías, en un poblado con suficientes habitantes y lugares como para asimilarlo como urbano pues se mueve por un mercado y un estacionamiento. En su momento de enfermedad y muerte, cuando le es imposible participar en la circulación de bienes y de signos, el protagonista del cuento va hacia el campo, lo rural, una aldea alejada, espacios desolados en los que no hay circulación, no llega el transporte, son lugares de estancamiento y muerte. Es obvio que en la estructura subyacente de este relato se privilegia lo urbano como lugar de bienestar y se asigna a lo rural una calidad negativa, asociada al mal y a la muerte.
Para una comprensión más cabal de la visión del mundo de este escritor del pasado, debemos contraponer al texto literario otro tipo de textos que nos ilustren sobre la naturaleza de la mentalidad que investigamos.
Creo que, en ese afán y con provecho analítico, podemos vincular esta noción de muerte hallada en la estructura subyacente del cuento de Dávila Andrade a algunos materiales de archivo que han sido rescatados de una antigua notaría en la cuidad de Otavalo y que provienen del siglo XVIII. En esos registros se puede encontrar esa vinculación que hemos hallado en la oposición circulación - vida / estancamiento - muerte en relación con los bienes económicos. En la mencionada notaría se hallaron restos de un testamento que, en la lógica del análisis hecho, podemos interpretar como el esfuerzo final de un sujeto por seguir participando en la circulación de signos y de bienes aun después de su muerte. Recuerdo, aproximadamente, ese documento, un testamento dictado en ese siglo por un tal Phelipe García Muriel, vecino se Cotacachi:

"Y cumplido y pagado en la forma dicha, asimismo nombro e instituio por mis únicos y universales herederos de todo el remanente que quedares de mis vienes, derechos y acciones a mi muger doña Nicolasa de León y dichos mis hijos Blas Muriel y Juan Ventura Muriel, para que aian y gozen por igual el partes sus parte y porciones sin que se entienda querer preferir el uno al otro en dichos vienes, como de cuatro fanega sea de trigo de sembradura que dejo..."


Como podemos ver, en el testamento como en el relato, al final, tanto para el testante como para el personaje ficcional, triunfa el estancamiento, la incomunicación, la muerte, mostrándonos la visión necrófila del mundo que el autor expresa. Esta necrofilia va opuesta a la esa actitud necrófoba, patente al inicio del relato de Dávila, patente también en la lucha de Phelipe García Muriel por permanecer, aún después de muerto, en control de su heredad; actitud o visión que privilegia, como positivo, todo lo opuesto a la inmovilidad y la muerte: la circulación, el intercambio social y comercial, la vida, en una palabra.
INFORME DE MIRIÑAKE

PARA COMPRENDER EL GRITO Y SU RENUNCIA

Miriñake se levanta del piso, donde ha permanecido yerta, se yergue en su corta estatura ante el paisaje de la ciudad derruida, que se extiende hacia el horizonte, y recita un poema con la voz metálica que brota de su boca infantil, los sonidos salen endurecidos por la dentadura de tungsteno del cyborg.

EXPLICACIÓN DE LAS METÁFORAS
Raymond Queneau

Si hablo de los dioses, es porque cubren el mar
Con su peso infinito, con su vuelo inmortal,
Si hablo de los dioses, es porque frecuentan los aires,
Si hablo de los dioses, es porque son perpetuos.

Si hablo de los dioses, es porque viven bajo tierra,
Insuflando en el suelo su aliento vivaz,
Si hablo de los dioses, es porque cobijan el hierro,
Amontonando el carbón, destilando el cinabrio.

Inquiere Miriñaque:
Si la voz da tal poder, si hasta se puede hablar de los dioses, que es una manera de controlarlos, ¿por qué renunciar a ese poder? Esta es la pregunta que permite explicar, y luego comprender, el cuento de César Dávila Andrade.

Con su ojo-cámara-proyector, el cyborg proyecta sobre el suelo, frente a sus pies, una diapositiva, mientras registra con su voz metálica:
Pintura de inicios del siglo XX, autor probable: Joaquín Pinto, título “¡Carajo!”, fotografía tomada de una enciclopedia en papel destruida en el año 2038.



El protagonista del relato “Un nudo en la garganta” grita al anunciar sus mercancías. El sujeto retratado en el cuadro también grita; suponemos que grita “¡Carajo!”: interjección usada, hasta la actualidad, para expresar desagrado o disgusto. Para entender el silencio al que es condenado el hombre del cuento, podemos asociarlo interpretativamente con el grito dado por el hombre de la pintura.
Edward Sapir, en su libro El lenguaje(1962, p.11), dice que “No hay que cometer el error de identificar nuestras interjecciones convencionales… con gritos instintivos en si mismos. Estas interjecciones no son mas que fijaciones convencionales de sonidos naturales”.
Al perder la facultad de gritar, el buhonero pierde la capacidad de expresarse convencionalmente, aún en la más básica de sus versiones que es la de la interjección. Pierde, en este aspecto, una capacidad cultural que lo vincula con los otros miembros de la cultura a la que pertenece. Se ve enfrentado, condenado, mejor, a la soledad. Eso explicaría ese éxodo final en el que se mete y en el que halla la muerte: al quedarse sin palabras, se queda solo.
Pero hay más. El buhonero no solamente pierde su capacidad para hablar, para expresarse en un código consensuado que lo hermana con sus semejantes y lo integra en una comunidad; no solo pierde la cultura, pierde también su capacidad de gritar, es decir: pierde algo que es anterior a lo cultural, algo instintivo.
El cyborg proyecta, desde su ojo mecánico, una nueva imagen que se extiende sobre el suelo irregular de la colina en la que se halla. Atardece en la ciudad y, en el crepúsculo, destella más la luz coloreada que surte del grueso lente alojado en la cuenca ocular de Miriñake, quien mientras hace la proyección, registra en voz alta:
Munch, Edvard, cuadro titulado “El grito”, pintado hacia 1883.



Dice Sapir en el libro ya citado (p. 10): “…bajo el impulso de la emoción –por ejemplo de un dolor agudo y repentino o de una alegría sin freno-, emitimos involuntariamente ciertos sonidos… esas exclamaciones instintivas no constituyen una comunicación en el sentido estricto de la palabra. No se dirigen a nadie…”
Al quedarse sin lenguaje, el buhonero queda sin cultura, queda incapacitado para diferenciarse del mundo: el lenguaje ,en la diferenciación que lo constituye semánticamente, nos permite alejarnos del entorno y al referirlo no apropiamos diferencialmente de él. El buhonero mudo, se confunde, se pierde en la indiferenciación.
Al quedar sin la facultad de gritar, el protagonista del cuento pierde también el instinto, esa conducta instaurada genéticamente en los seres vivos que nos permite sobrevivir.
Con su voz rasposa y metálica, Miriñake recita:

Lo fatal
Rubén Darío


Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

El buhonero, al enmudecer, queda sin lenguaje y, queda también, sin instinto al no poder gritar, y se desliza hacia lo inorgánico, hacia el Tánatos, expresando esa tendencia de la psiquis humana de la que Freud, en su libro Más allá del principio del placer (1970, p.113), dijo:

“Las pulsiones orgánicas conservadoras han recogido cada una de estas variaciones impuestas a su curso vital, preservándolas en la repetición; por ello esas fuerzas no pueden sino despertar la engañosa impresión de que aspiran al cambio y al progreso, cuando en verdad se empeñaban meramente por alcanzar una vieja meta a través de viejos y nuevos caminos. Hasta se podría indicar cuál es esta meta final de todo bregar orgánico. Contradiría la naturaleza conservadora de las pulsiones el que la meta de la vida fuera un estado nunca alcanzado antes. Ha de ser más bien un estado antiguo, inicial, que lo vivo abandonó una vez y al que aspira a regresar por todos los rodeos de la evolución. Si nos es lícito admitir como experiencia sin excepciones que todo lo vivo muere, regresa a lo inorgánico, por razones internas, no podemos decir otra cosa que esto: La meta de toda vida es la muerte; y, retrospectivamente: Lo inanimado estuvo ahí antes que lo animado.

Freud habla del retorno a un estado antiguo, inicial: El buhonero regresa a su aldea de origen, a su madre. La vuelta a la madre es el camino inverso al de la vida que es el de alejarse de ella, de la madre, del útero. La vuelta a la madre es el regreso a la simbiosis inicial, a la indiferenciación, esa que para el protagonista del cuento comienza con su abandono del lenguaje, sigue con la perdida del grito y concluye con la muerte, una muerte tan indiferenciadora que su cuerpo no es reconocido por los habitantes del que fue su pueblo.
Conclusión: La aspiración a lo inorgánico es una de las características de lo humano. Esto lo demuestra la recurrencia, en la literatura, del tema del viaje hecho para ir al encuentro con la muerte. Aparece en las Mil y una noches, en el cuento del Árabe y la Muerte, que Jean Cocteau cuenta así:
“Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahan.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
-Esta mañana ¿Por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpres. Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahan”. (Borges y otros, 1993, p. 149)

Jodoco y Miriñake han terminado su trabajo, el primero guarda su máquina de escribir en el estuche y sigue a su acompañante que se dirige hacia los restos de hierro y cristal que coronan la colina en la que ha intentado interpretar el cuento “Un nudo en la garganta”.
Miriñake, mientras se aproxima a las ruinas, intercambia quantums de información entre su cerebro Biológico y su cerebro electrónico. El cuento de César Dávila Andrade le ha mostrado una vez más la relacio neurótica que tienen los humanos con la muerte, una relación que a el-lla le es ajena. Mientras camina, el cyborg recita, con su voz ríspida y metálica:

Y la muerte no tendrá ya dominio
Dylan Thomas
Y la muerte no tendrá dominio.
Ya las gaviotas no gritarán en los oídos
ni romperán las olas sonoras en las playas;
donde alentó una flor, otra flor tal vez nunca
levante su cabeza a los embates de la lluvia;
y aunque ellos estén locos y totalmente muertos
su cabezas martillearán en las margaritas;
irrumpirán al sol hasta que el sol sucumba,
y la muerte no tendrá dominio.

El cyborg camina de prisa, guiando al humano, quiere buscar refugio en un subsuelo que ha descubierto en la construcción derruido. Pasarán allí la noche al abrigo de las bandas de ladrones que asolan la ciudad de Quito, en sus horas de oscuridad, y de los perros asilvestrados que atacan a los viajeros solitarios.


Bibliografía.-

Borges, Jorge, y otros, Antología de literatura fantástica, Buenos Aires, Sudamericana, 1993.
Dona Haraway, “El manifiesto cyborg”,
Eagleton, Terry, Una introducción a la teoría literaria, México, FCE,1998
Todorov, Tzvetan, Teoría Literaria de los formalistas rusos, México, Siglo XXI, 1980.
Sapir, Edward, El lenguaje, México, FCE, 1962.




[1] Jodoco es un personaje que tiene la actitud de los críticos provenientes del humanismo liberal que tratan de hacer su trabajo de interpretación literario de manera aséptica, libre –esperan- de la influencia de la sociedad. (Eagleton, 1998, p 239).
Miriñake, es un recuso de indagación literario y cultural. Lo he construido a partir del capítulo de “Feminismo” de Selden, en el que se habla de la perspectiva diferente desde la que la critica feminista aborda los textos. Sobre todo me ha servido la propuesta de Donna Haraway quien en su texto “El manifiesto cyborg” dice lo siguiente:
“Estoy argumentando a favor del cyborg como una ficción que abarca nuestra realidad social y corporal, como un recurso imaginativo sugerente de acoplamientos muy fructíferos”
Dona Haraway, “El manifiesto cyborg”,
[2] En una tesis de maestría, esta amplitud de interpretaciones se amalgamaría en una reflexión holística con los textos elegidos para el análisis.
[3] En la noción del canon occidental de Bloom, y las aproximaciones a lo literario de autores como los formalistas o los estructuralistas.
[4] Para desarrollar la perspectiva analítica de Miriñake usaré el libro de Donna Haraway, el manifiesto SCUM, el existencialismo de Camus y, por supuesto, al Nietzsche de Así Hablaba Zaratustra y Ecce Homo.
[5] Raman Selden, La teoría literaria contemporánea, y Jonathan Culler, Breve introducción a la teoría literaria.