LA ANTERIOR ENTRADA DE ESTE EJERCICIO LA PENSÉ COMO ESCRITOR, AHORA, ME PLANTEO LAS COSAS COMO LECTOR:
En la perspectiva de la Estética del Receptor, descubro una posible confluencia interesante con la noción de G. Bateson del DOBLE VÍNCULO.
Para que exista un Doble Vínculo, según este maravilloso autor, hace falta que: a) Sean al menos dos personas las que participan en una interacción comunicativa (para Bateson, toda conducta es comunicación). Una de ellas es la ‘victima’ de este tipo de comunicación. b) Que sea una experiencia repetida, en la víctima. c) Que haya un mandato primario negativo (del tipo: no hagas eso, o te castigaré). d) Que haya un segundo mandato que esté en contradicción con el anterior. e) Que un tercer mandato impida a la ‘víctima’ abandonar el campo de esa interacción comunicativa. El ejemplo clásico de esto es la paradoja de decirle a un niño que se le pega por su propio bien.
En la crítica levantada desde la Estética de la Recepción, cabe este instrumento de comprensión que nos da Bateson porque el lector, quien ocuparía el rol de ‘victima’, podría recibir, en el nivel del contenido de un texto un mandato o información y, en otro nivel, por ejemplo en el sintáctico, recibir un mandato o información contrapuesto.
Pensemos un ejemplo: Un texto que invite al lector a actuar con irrespeto de la norma, siempre lo obligará a respetar la convención de la lectura, a subordinarse a la lógica que impone el autor… Otro ejemplo sería el de las imposturas literarias: Pienso en Borges que establece con nosotros, sus lectores, el pacto de confianza que implica la lectura y, con frecuencia, lo viola al engañarnos con esa erudición inventada que acostumbra.
Definitivamente para leer y entender a Borges, no hay que buscar erudición en ellos, porque lo que Borges nos brinda son datos, es una soberbia tratar de entender término por término, ya que resulta algo complejo leer y entender literalmente todo lo que nos dice, él mismo nos afirma que muchos datos los extrae de enciclopedias.
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